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lunes, 28 de febrero de 2011

¿Soldado que huye sirve para otra cita?

Parece que en épocas de fast food, trenes balas y speed dates, los primeros cuatro minutos de una cita son suficientes para tomar una decisión. Así que sentada frente a él, te preguntás: ¿Da para que pase algo más? o ¿pagamos la cuenta a medias y si te he visto no me acuerdo?

Minuto uno

-Tengo cuatro hijos. Estoy recién separado. No puedo tomar vino porque estoy medicado. Este año se define si soy millonario o pierdo todo lo que invertí y la próxima salida me gustaría que te pintes las uñas de rojo para mi.

Minuto dos

-No... mentira, risas de parte de él -obvio-. ¿Pedimos?

Esos fueron los primeros dos minutos de la primera cita.
Según indican los especialistas, el común de los mortales adopta una decisión sentimental luego de los cuatro minutos de conocerse.

Minuto tres

Escudada tras la carta fingiendo una atenta búsqueda culinaria, las voces ajenas de las mesas vecinas se silencian para darle paso a tres pensamientos que te gritan al unísono:
Una certeza: la noche no parece ser la cita soñada y encima recién comienza.
Una pregunta: ¿Que de todo lo que dijo es verdad?
Un dilema: ¿Quedarse y averiguarlo o huir y servir para otra cita?

Minuto cuatro

¿Que hago?


Qué difícil es ser valiente en estos momentos cuando lo que en realidad te nace es ser cobarde e huir. Huir para poder servir para otras citas –Con San Antonio patas arriba mediante-. “Pero me extraña de vos, no te enseñamos a huir de las situaciones difíciles tipo rata por tirante” -dice una voz que no se cansa de imitar a la de tus viejos sobre todo en el gesto con el dedo índice inquisidor apuntando justo entre tus cejas.

Despacio asomás la cabeza por encima de la carta que oficia de escudo y relojeás a tu alrededor en búsqueda de un rostro que desde otra mesa haya escuchado lo que vos: que el pibe tiene cuatro hijos, que está recién separado, que se medica diariamente y que te promete, fetiche de uñas rojas mediante, un futuro de contigo pan y cebolla. O contigo y fina masa levada con verdes rúculas y tomates disecados al Sunrise –juro que lo leí en una carta en Palermogólico-.

Obvio que nadie escucho nada, es más, con suerte a ellos no les tocó escuchar algo similar en toda su vida, por eso sonríen felices con gestos de placentero relax en sus rostros. En cambio tu cara no sabe si sonreír y comentar: “Que chistoso que sos, ¿te ganas la vida así? Pero porque no te contás uno de gallegos y nos reímos todos”.

O quedarse impávida esperando a que él desmienta todo diciendo: “¿Te lo creíste? Es un chiste linda, ¿que querés cenar?”

En cualquiera de los dos casos estas en total derecho de pensar: “Este se creyó Olmedo, Biondi y Porcel todos juntos. Si así arranca la noche ni me quiero imaginar como vamos a terminar”.

Tu boca junto a vos deciden esperar. Esperar a que de su boca surja algo que justifique el tiempo que estas pasando con él en lugar de estar en tu casa pasándolo divino con vos misma degustando tu cuarto de helado vanguardista que te quedó en el freezer y que sabés que nadie va a tocar porque vivís sola.

Justo cuando el sutil reloj de la intuición está por marcar los primeros cuatro minutos de tu cita él eleva su mirada de la Antología de poetas y cocineros contemporáneos –o carta, como prefieras llamarla- y felizmente replica:
- Ya sé que querías comer pastas pero te digo que acá la pizza a la leña es genial y a vos te quedaría divino comerla con la manos si tuvieras las uñas pintadas de rojo”.

En el minuto cinco te encontrás parando un taxi en la esquina mientras te mirás las uñas y pensás que en cuanto llegues a tu casa tirás todos esmaltes rojos que tengas en el aparador del baño.

5 comentarios:

  1. Hola Barbara, me paso, huí en menos de lo que lo canta un gallo... Igual, me quede con la duda de si hubiera funcionado...

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  2. Creo que cuando queda esa duda, pide a gritos que la saques... no se cuanto tarda en cantar un gallo pero, por lo que decis poco. Tomate mas tiempo... quizas, ¿quien sabe?, hasta pueda haber una tercera y cuarta cita.

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  3. ¡Ay, Bárbara! Usted y Lady Baires me muestran una realidad tan, pero tan desastrosa, que me doy cuenta que yo admiraba a Lipovetsky por ser un visionario, pero ahora pienso que quedó a la altura de un poroto cuando escribió "La Era del Vacío".
    ¿Cómo no va a escaparse a los cuatro minutos 3/4?
    Yo, hubiera hecho lo mismo.

    El Profesor
    PD: Y no, no tire los esmaltes rojos sólo por lo que dijo el bobo ése ¬¬

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  4. Tenes 4 minutos nada mas para pensarlo?

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  5. Siendo hnestas hay tipos que desde el primer minuto ya quieres salir huyendo lo mas pronto posible...

    Y hay otros que si te dedicas a conocerlos un poco te dan grandes sorpresas...

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