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lunes, 14 de febrero de 2011

¿Feliz Año Nuevo?

(Texto publicado en Victoria Rolanda el 31 de enero de 2011)

Colgás el traje de Papa Noel. Cajoneás la matraca y el silbato de la fiesta de fin de año. Te desmaquillás el corcho quemado de cuando hiciste de Melchor y etiquetás las fotos de tus vacaciones. Todo eso en menos de un mes. Es el comienzo oficial de un nuevo año. ¿Y ahora qué?


8 AM. Tu despertador rebota contra las paredes, te despierta y te recuerda que todo lo que viviste durante las últimas tres semanas fue pura ficción. Una realidad paralela. Un mundo de ensueño lleno de guardavidas ensungados, montados en unicornios alados, volando a tus brazos con propósitos non sanctos hacia vos, que no sabrás latín, pero entendés a la perfección lo que quiere decir propósito y con eso te alcanza.

- Es sábado. No, es lunes. ¿O es domingo? Estoy en el hotel. No, en casa. Es lunes y estoy en casa. Confirmado, sí, otra vez es lunes y estás enrollada tipo niño envuelto entre las sábanas blancas que, por cinco minutos más –esos maravillosos cinco minutos de fiaca-, te protegen de un nuevo lunes, pero no como cualquier otro lunes: es el primero de tu año nuevo. Sí, hoy, un 24 de enero, que lejos está de ser el primer día del año calendario, ese que sólo recordás por fotos y por declaraciones de testigos presenciales, ya que si de vos dependiera la reconstrucción de los hechos, sería más fácil cajonear el caso y a otra cosa mariposa.

Con una mano ponés la pava para el mate, con la otra terminás de exprimir el jugo de dos naranjas, acariciás a la gata con el pie izquierdo y con el derecho atajás la tostada que siempre cae del lado de la mermelada. Todo eso mientras esperás a que la única neurona despierta termine de desperezarse y te ayude a encontrar la lista que escribiste con los objetivos a cumplir durante el 2011.

Uno. Cambiar el rumbo de mi carrera profesional. Tomar el toro por las astas y definir qué es lo que quiero hacer de mi vida, no puede ser que siga trabajando en los lugares que el destino me va ofreciendo, sin que yo decida realmente qué es lo que quiero hacer.

Dos. Poner linda mi casa. Un bar de camioneros sobre ruta 9 tal vez sea más cool que la decoración de mi comedor. Tengo que poner en práctica todos los consejos útiles para reciclado de muebles retro-vintage de las revistas de decoración que mi otro yo masoquista se encarga de comprar. Tengo que reconciliarme con la Patricia Miccio que hay en mí y aceptar que la vida puede ser un bricolage.

Tres. Volver a la psico. ¿En qué momento me hice la superada y le dije que había solucionado el menage à trois entre mi yo, mi ello y mi súper yo?

Cuatro. Empezar los cursos de meditación, yoga, tai chi chuan, dramaturgia, historia del sombrero en medio oriente, origami y terminar alguno.

Cinco. Decirle a Nico lo que siento y que sea lo que Dios quiera.

Seis. Rezar para que Dios quiera lo mismo que quiero yo.

Siete. Que cuando termine de leer esta lista pueda tomar la decisión correcta para dar el primer gran paso.

9 AM. Respirás profundo. Leés el punto siete nuevamente, ¿y ahora qué? Mirás el piso de tu cocina y lo único que hacés es limpiar la mermelada de la tostada caída. No será un primer gran paso, pero dicen que por algo se empieza, ¿o no?

1 comentario:

  1. Excelecte Barby!! tal cual lo que me esta pasando a esta altura del año en que todos arrancan algo en marzo y yo...cri,cri...todos con proyectos y yo sola y boicoteandome las pocas ideas que pueda tener. besos!!

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