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domingo, 11 de octubre de 2009

El medio kilo de helado de mi vida

Desde que compramos medio kilo de helado en lugar de dos cuartos nuestra relación cambió.
Cambió para mal.
Éramos felices cuando teníamos la libertad de elegir. Él, un clásico: Dulce de Leche y Chocolate. Yo, vanguardista: Crema del Cielo Parcialmente Despejado con Frutos del Bosque y Mouse de Canela al Arroz con Leche.
Recuerdo aquellos cuartos perfectamente separados, dos cuartos solitarios que se unían hasta ahí, hasta donde marcaba el limite del recipiente del telgopor, esa delgada línea que nos recordaba que todavía éramos dos mitades felizmente cerca pero no pegadas.

La heladería era de Roberto. Mi heladero amigo, remarco, mi heladero amigo, no su heladero amigo. La heladería... ¡porque la llamo friamente heladería!... mi segunda casa, que por poco, no la primera. Quedaba justo a la vuelta, sin siquiera cruzar de calle, justo a la vuelta, al lado del local de Marta la depiladora. Justo ahí donde tiene que estar una heladería: no muy lejos para que te de fiaca tener que ir a buscarlo y no tan cerca para que te tiente cada vez que pasas camino a casa.
Róbert (Roberto) me crió, entre cucuruchos y baños de chocolate. Conocía al detalle mi pasión desmedida por probar sus inventos gastronómicos heladeriles, esos gustos que estoy segura, solo nos hacían felices a él y a mi, su clienta numero dos, como me decía cada vez que entraba al local. La clienta numero uno era su madre que aún muerta siguió liderando el podio. Luego de la bienvenida, el sabía exactamente que sabor necesitaba probar, dependiendo de mi estado de animo que claramente se desprendía de mi vestuario y de mi cara que se empeñaba y se empeña en deschavar lo que quiero ocultar. Si vestía de rojo, Frambuesa al Rhum, si vestía de verde, Pistacho al Verdeo, si vestía de negro directamente no me servía nada y pasaba al otro lado del mostrador donde mientras tomábamos unos mates, escuchaba lo que tenía para llorar. Me conocía a la perfección.
Por eso, cuando comencé a salir con Alejandro, se lo presenté primero a mamá, segundo a él y tercero a mi padre. Entre nosotros, evito soportar el comentario mordaz de mi viejo sobre todos los candidatos que le presento: son todos unos inútiles hasta que demuestren lo contrario.

Los miércoles era el día V. Entrábamos al local de Róbert y disponíamos los dedos en forma de V. No la V de victoria, sino la V de dos: dos cuartos de helado por separado, un cuarto clásico y otro vanguardista.
Luego, un gesto con el pulgar hacia arriba con el que matábamos dos pájaros de un tiro: el por favor y el gracias. No más palabras. No hacían falta.

Treinta miércoles, sesenta cuartos de helados.
Todos felices.
Menos yo, que comencé a sentir que era hora de pedir medio kilo de helado en un mismo recipiente.
Era hora de ponernos de acuerdo y elegir entre los dos ese sabor que fuera el símbolo de una unión mas profunda. Aquel sabor que identificara nuestro amor: eliminar de plano los limites de telgopor y jugarnos a que se mezclen los sabores, a que la cucharada de él se lleve junto con su gusto, uno del mío. Estaba dispuesta a hacerlo.

Llego el miércoles treinta y uno. El día I, de uno. Ale muy nervioso. Yo no tanto, estaba dispuesta a dar el gran paso. Compramos en un mismo recipiente medio kilo de helado.

Pero algo pasó.

Él no se jugó a probar el Mouse de Morango y yo necesitaba un sabor mas ácido que el clásico Dulce de Leche.
No nos pusimos de acuerdo con los sabores.

Ale no volvió por la heladería de Roberto.

Yo volví a mi cuarto de crema del cielo con probabilidades de chaparrones, vestida de colores y esperando volver a formar el medio kilo de helado de mi vida... perdón... la pareja de mi vida.

19 comentarios:

  1. Voy a tener en cuenta esto. Voy a preguntarle a mi chongo que gustos le copan antes de formalizar.

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  2. Jaja.. està muy bueno. Creo que encontraste el quid de todos los problemas.. para que tomar un medio kilo que no termina de gustarle del todo a ninguna si son felices disfrutando juntos cada uno se cuarto!! (cuarto de helado o cuarto de dormir.. aplica para los dos! jaja)

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  3. creo que ese es el secreto, que los cuertos esten unidos pero no mezclados...

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  4. No hay nada mejor que comerse su propio cuarto de helado y si aparece aquel ser digno portador de mi compañia solo estare dispuesta a entregarle una misera cucharadita de un solo gusto de mi cucurucho...NO pienso ceder jamás mi dulce de leche granizado con frutilla al agua...

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  5. Campaña Pro Cuarto de Helados por una felicidad factible para todos

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  6. Diga Basta al monopolio de sabores embole!, cargados de emotividad refugiada en recuerdos de la infancia!!

    En pRo de UnA viDa MaS JusTa!!!!

    CuaRtoS SepaRaDoS FoR EvEr guerita!!!!!!!

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  7. No a los sabores embole. Si a los cuartos separados for ever.

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  8. LIBERTAD Y AMOR!!! la mejor combinacion que cuesta muucho trabajo diario mantener!!!
    PERO convencida que se puede!!!

    muuuy bueno! besos!!!
    sami

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  9. con la bici no conseguiste tu media naranja, y ahora buscas en los helados, pues suerte

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  10. ...conoci tu blog hoy.Como te comente,me agrado conocerte.

    Los caminos son infinitos,las fracciones las dibujas como caminos humanos....

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  11. Q lastima que este muchacho se olvido su detalle de caballero. Viendo tal desafío de tu parte, se debería haber jugado y comerse un vanguardista... jaja .. muy bueno tu Blog. Beso

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  12. Gracias Connie!!! algunos no estan preparados para algunos sabores... hay que seguir probando... quien sabe... quizas a la vuelta de la esquina en alguna heladeria amiga estara el principe dorado capaz de probar la crema del cielo parcialmente despejado... gracias por darte una vuelta por este blog...

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  13. que bueno que saliste publicada!!! te felicito!! con mis compañeras de trabajo estamos esperando que salga el libro....

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  14. Grosaaaaaaaaaaaa sabia qe te iban a descubrir!!!! te lo mereces!!

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  15. Paso a paso vas a llegar a donde queres... sobre todo porque te lo mereces. Exitos

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    that need considering before making any selection.
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