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martes, 4 de enero de 2011

Esta todo bien, no pasa nada

(Texto publicado en Victoria Rolanda el 20 de Diciembre de 2010)

Hace rato que no pasa nada con tu novio y muy por el contrario a lo que ellos creen, en nuestro mundo, cuando no pasa nada es que esta pasando de todo. Asi es que mientras movés la piernita histéricamente y chequeás la carga del tu rayo láser mata-nabos que lo atravesaría sin piedad, deletras la implacable frase: TENEMOS QUE HABLAR.

Faltan algunas horas para que termine tu sábado, que lejos esta de ser uno de súper acción. Es más bien un sábado fotocopia, uno como la mayoría de los que transcurrieron durante el año de relación que llevás con él. Él, que ahora se colgó otra vez jugando al Wonder Boy online con sus amigos íntimos de Singapur.

Como todavía no aprendiste que vos tenés que hacer tu vida, vas viviendo la de él. Entonces, saltás al ritmo del cavernícola tratando de alcanzar las frutas con la esperanza de que te dé una vida más. Una vida como la que soñaste o al menos una propia: propia como tu nombre, como la toalla con tus iniciales bordadas, como el pulóver verde loro que usás los domingos de invierno.

Un mazazo venido de tu otro “yo” harto de la situación, te invita delicadamente a reiterar, antes que él se disponga a pasar al nivel tres, TENEMOS QUE HABLAR.

-Yo sé que nos queremos y que en teoría estamos bien, pero hace unos días, bah, en realidad algunos meses, que hay algo que está pasando que no sé qué es. ¿Vos qué sentís? Contame.

Silencio de radio.

El blondo cavernícola ahora corre de un lado a otro atrapado entre la espada y la pared o entre la cobra y el caracol asesino. Corre agitado como queriendo escapar de la pantalla, de la habitación o del planeta, mientras se pregunta por qué justo a él le vienen con esos planteos, a él que solo quería vivir de la caza y la pesca, arrastrar de los pelos a su hembra y lograr con dos piedras la magia de fuego.
“¿Pero qué es lo que pasa?”, te pregunta muy suelto de cuerpo, así como si estuviera preguntando la hora o cómo está tu gata, cuando sabe perfectamente que está bien, porque no siente ni sufre como la dueña cuando su novio no le da bola. Tan relajado lo pregunta que solo podés responder “está todo bien, no pasa nada”.

Está todo bien, no pasa nada.

Sí, otra vez. De tu peor faceta, la de culebrón barato a lo Luisa Kuliok, emerge la frase que juraste nunca más decir porque reduce un tsunami de reproches e incomodidades a una tímida olita de boludeces pasajeras. Esa frase que usás para no desplegar el papiro de todo lo que te jode, por miedo a que él no quiera escucharlo ni mucho menos solucionarlo.

Pero ya tenés treinta y pico y aprendiste que tenés que respetar tus propios juramentos. Así que frenás tu piernita histérica, desactivás el rayo láser mata-nabos y le decís a tu Wonder Boy -convencido de que puede pasar al nivel siguiente sólo apretando enter- que no sos Wonder Woman y el hecho de que no pase nada es el problema,el gran problema.

Y ahora que el pergamino de cosas por resolver comenzó a desplegarse y que el tsunami no se conviertió en olita, quizás juntos quieran, como el Wonder Boy, aplastar al caracol asesino y atrapar las frutitas que les regale una vida más, una vida como la que soñaron o, por lo menos, una vida de súper acción.

2 comentarios:

  1. Bárbara:
    ¿Es tan así? ¿Son tan así los novios ahora?
    No entiendo, ¿sabe? No entiendo estas actitudes la era del vacío (como la llamó Lipovetsky).
    Y sí, coincido: el problema es cuando no pasa nada.

    El Profesor

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  2. Profesor:
    Que los hay, los hay. Como las brujas. Siempre queda sobre la faz de la tierra un ejemplar como este, que si no esta en el museo de ciencias naturales, es porque un arqueólogo todavía no lo descubrió. Somos varios quienes coincidimos que pasamos directo y sin escalas de la era del hielo a la era del vacio en donde la nada hace eco de si misma.

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