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jueves, 1 de julio de 2010

All you need is un sillón

En la mano derecha un juego de llaves que todavía tintinean con un pelota de Racing. En la otra un grabador simil Spika con mp3 comprado en Palermo Choto. A un costado firme como mascota fiel, un jarronazo chino regalo de concubinato. Esos son los números de un bolillero que sorteó mal el premio. Es todo lo que te toco de la repartija de bienes que acabas de cerrar con tu ahora ex novio, ex amigo –porque antes fueron amigos-, ex socio –porque antes de antes, osea en la prehistoria de la relación, fueron socios en un local de ropa de diseño o para ser francos, porque vamos a ser de francos de una buena vez –eso le dijiste y termino yéndose-, para ser francos, lo que vendían no eras mas que un choque de gemelos fantásticos entre prendas del Cottolengo y pitucones de telas resaca de Eleven –Once para los amigos, así como es Flowers a Flores y Little Horse a … el que adivina se gana un premio Alcoyana o de Capri o un Berugo Carámbula articulado- como decía, un choque de gemelos fantásticos que activaba en forma de “ropa vintage de diseño” capaces de no pagarse de acá al día de la Segunda Venida, osea nunca.

De la Spika de plástico –no hablemos de plásticos porque las suspendió a todas y no por dos partidos, sino por todo el campeonato- suena esa canción que hoy pasa a rankear puesto numero uno en la black playlist junto con canciones que te hacen recordar a cada uno de tus ex, una lista con mucho mas gigas que la otra, la que asocias a los momentos felices: vacaciones de amigas en brasil con culos ensungadihos, fiestas de vergüenza pasar, caipirinhas en departamentos ajenos, públicos, privados, lejanos. Suena la más bella de las canciones por esperanzadora y por eso mismo la mas horrorosa, ademas, por tramposa: All you need is love de los cuatro fantásticos, como yo los llamo.
¡All you need is love! ¿Hace falta que cuatro genios te griten en la cara que todo lo que necesitas es amor? ¿Y que hacemos las personas como vos o como yo que a los treinta solo podemos intuir algo sobre el amor, ya que si bien hemos tenido todos los síntomas, todavía no dimos con el diagnóstico final? Además, a esta edad cada vez que se nombra la palabra Amor el link va derecho sin escalas al que te puede dar un hombre –hablo de una pareja, no cualquier hombre: tu jefe, tu padre, el repositor externo del Día y su camisa nevada- ni siquiera hablo del amor filial aunque seas el quinto de los hermanos Riganti o que tus viejos sean la sexta generación viva de tanos que llenan tomos enteros de guías telefónicas en un pueblito al sur de Nápoles. No. Hablo de amor de pareja. A ver si se entiende, no jodamos. Es el único amor en el que se piensa a los treinta y ni hablar cuando ya te pasas de las tres decenas y empezás a escatimar todo recurso que delate tu edad, tipo las velas de la torta de cumpleaños que de pasar a ser la fogata de San Pedro y San Pablo pasa a ser un Cachafaz con una vela aromatizada de decoración.
Pero cuando del capitulo anterior solo te queda dar vuelta la pagina y leer lo que sigue, crees cada vez menos en que todo lo que necesitas es amor y mas cuando el único amor al que le conocías los síntomas es ese que te acaba de poner el punto final.

La ventana abierta, la memoria de una cortina que ya no te protege de tu vecino solterón y su madre que teje de día para destejer de noche, unas paredes tatuadas con los muebles que tanto te costaron subir por las escaleras y que tan fácil bajaron por el ascensor –casi como tu relación- un parquet rayado por el perro que también bajo junto con los muebles y con él, una casa demasiado llana para ser un lugar habitable y entonces vuelve a sonar el tema pero esta ves se evapora desde un auto que pasa nueve pisos abajo, justo por la esquina de Florida y Cangallo, como todavía la llamás, porque Perón es mala palabra, te lo enseñó tu viejo al mismo momento en que te chasqueaba la mano cuando agarrabas el tenedor en forma de cuchara.

Love. Love. Love.
Nowhere you can be that isn’t where you’re meant to be.

Ningún lugar a dónde puedas estar que no sea donde tenías que estar. ¿Yo tenia que estar acá… así, sin ni siquiera el toallón de las chicas Muito Poderosas que compré de raje en Camboriú? ¿Que hay de que puedo modificar el destino, que decrete lo positivo, etc, etc, etc? ¿Qué, con que todo depende de uno, la Ley de atracción y la mar en coche? Estos son los momentos en que te sentís una entupida capaz de incinerar todos tus libros de metafísica básica a lo Guy Montag y gritar por el balcón con las palmas hacia arriba: mis queridos descamisados yo no valgo por lo que soy sino… ¿por lo que descubro cuando dejo de serlo?. Sino estuviera la vieja de enfrente a la que sabes que cualquier ruido le hace saltar el punto, lo gritarías por lo menos a los dos vientos que cruzan la esquina.

Dejaste de ser. De ser vos. Nunca supiste cuando. Tampoco cuando tu casa dejo de serlo o lo que es peor, si algún momento fue una. Y ahí estas, parada en el medio del living casi a medio vivir, cuando en un rapto de lucidez –uno cada muerte de obispo y hoy justo se murió uno- intuís que algo le falta… algo que te acaricie y esta vez no estas hablando de hombres. Algo que te haga sentir en casa, algo que cuelgue el cartel de Hogar y no precisamente de ancianos, algo mullido (que linda palabra)… un sillón. Uno que te abrase, que contenga tus formas, que te haga dormir, uno que te sienta bien, un sillón para volver a ser tu casa. Para volver a ser vos.
¿Los hombres? Los hombres ya vendrán.
It´s easy. Es fácil

7 comentarios:

  1. SIMPLEMENTE HERMOSO

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  2. no se como haces pero das en el clavo con todo lo que decis. siempres es un placer leerte. Cada dia escribis mejor....

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  3. Sin dudar... marche un sillon mullido y si entra al lado de la estufa, justo en frente del lcd mejor!!!

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  4. y a pasos de una heladera bien nutrida... mejor aun

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  5. me caes tan bien!! es un placer leerte!
    saludillo desde saladillo

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